domingo, 24 de septiembre de 2017

La familia y los problemas de aprendizajes del niño, desde una visión clínica


Por Joel Cañarte Sigüencia, Psicólogo Clínico.

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Los problemas de aprendizajes, son una de las principales causas de atención entre los escolares y adolescentes; cuando llegan a la consulta clínica siempre tienen una queja, demanda y el real motivo de consulta. La compresión de este elemento es indispensable en el principio de educación básica, la importancia de comprender la condición, no como una enfermedad, sino como un elemento clave para el desarrollo de este sistema cultural educativo de la población; las personas con problemas de aprendizajes muchas veces son víctimas de violencia, debido a que no existe el interés de descubrir que lo causa, una patología mental, orgánica, psicoafectiva o provocado por el sistema de educación.

Cuando llega la madre, padre o algún familiar con el niño, acuden con la expectativa de la “cura”, de alivio de sus síntomas, de que modifiquen la situación estresante del ciclo vital de la familia. El niño con dificultades en el aprendizaje lo ubican como el responsable de la desestabilización emocional y es allí en ese espacio de vida donde se va incorporando la culpa, porque el adulto busca una justificación de su escasa capacidad para afrontar sus  emociones.

Las patologías educativas están generadas por causas orgánicas, afectivas y educativas, cualquiera que se a la causa aparente, siempre existe el deseo de que el sujeto “sea mejor que sus progenitores”, esta concepción es cultural e histórica, por todos los tiempos existe esta expectativa de “ser lo mejor”; ¿Qué sucede cuando el padre o madre se da cuenta de que no va a hacer así?, la respuesta más inmediata es intentar “curarlo o que sea normal”, un discurso muy común en la consulta psicológica clínica; sin entender que dentro de la patología es un niño sano.


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a familia enferma al sujeto cuando no acepta su situación, creando un cúmulo de expectativas, exigencias, y frustraciones que se comparte padre-hijo, somatizando en la mayoría de los casos”


La familia, quien tiene muchas funciones dentro de cada rol, a veces no logra entender que ese niño que tiene frente no es un máquina de aprender, captar, expresar, robotizada o mecanizada que se sienta, copia, escribe, lee, sin reír, llorar o angustiarse cuando no puede hablar frente al público. Se intenta mejorar dicha situación “tirándolo al ruedo”, frase común usada por alguno de ustedes, y a veces en esa acción vamos generando desestabilización afectiva en la historia del sujeto, con pensamientos y frases usadas, como, ¿Por qué nunca lo haces bien, no puedes, eres un niño que no hace nada bien, que no entiendes?, entre muchas frases más que son parte del día a día; pero algunos dirán, “a mí me dijeron así y soy un buen hombre/ mujer”, olvidando que cuando eran niños era doloroso escucharlo de quienes te aman.

Cuando hablo de esto y escucho muchas justificaciones de palabras que se utilizan “para despertar al niño”, solo pregunto, ¿hubieras deseado que tu padre utilizara otras palabras que no sean hirientes para decirte lo mismo?, con eso cierro discusiones sobre lo que se hace bien o mal en el rol de padre o madre.

La familia enferma al sujeto cuando no acepta su situación, creando un cúmulo de expectativas, exigencias, y frustraciones que se comparte padre-hijo, somatizando en la mayoría de los casos, entonces allí es cuando comienzas a entender porque tu hijo o hija no quiere ir a la escuela, porque existe un factor ansiógeno que perturba la tranquilidad y el desarrollo afectivo y educativo.

La presión externa juega un papel muy importante en el aceptar la condición de vida del niño-estudiante, los maestros son quienes intentan mejorar el sistema educativo de forma general, sin entender que el aprendizaje es individual, presionando al responsable de ese sujeto, sobre ajustar, castigar o exigir de manera caótica el mejoramiento de su rendimiento escolar.
Ante situaciones como esta el padre o madre acude al profesional en busca, como lo decía antes, en la “cura”, cuando el sujeto del saber, no sabe, puede incurrir en que los problemas de aprendizajes pueden estar dados por problemas emocionales, o porque simplemente es un “vago o dejado” y es el volver a repetir el discurso de la familia, e allí la importancia de la preparación del profesional, ser, parecer y saber hacer.

En la experiencia clínica los problemas escolares son de inicio súbito o de aparecimiento innato,  es decir, que el niño nace con un daño orgánico provocado por causas varias y/o desconocidas, o de aparecimiento en algún momento de sus años escolares, es muy importante poder determinar esto, de allí parte un buen diagnóstico, se debe establecer una evaluación integral de su aspecto orgánico, con antecedentes prenatales, postnatales y su desarrollo evolutivo, hasta la adaptación escolar y conductas que aparecen en el proceso de interacción temprana; evaluar el estado familiar, sucesos normativos, y paranormativos; algunos profesionales de salud solo escuchan el discurso del padre o paciente, pero importante determinar cuál es la capacidad intelectual que tiene ese niño, el nivel de desarrollo visomotriz, habilidades deficientes y contrastarlo con la anamnesis, a este tipo de evaluación se la conoce por los especialistas en psicología clínica como psicometría, una parte muy importante que se está dejando de lado por algunos.

Cuando los problemas de aprendizaje se determinan por un coeficiente intelectual límite, un retraso mental, o una lesión cerebral; el discurso de la comprensión de la patología es diferente, igual que el tratamiento de rehabilitación neurocognitiva, a diferencia de los problemas de aprendizajes generados por un evento netamente psicológico.

Entender la individualidad del grupo es importante para la familia, escuela y sobre todo el niño/estudiante.

Psicólogo Clínico, Joel Cañarte Sigüencia.

  

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