Es de dominio
público la ola de desempleo que existe en nuestro país, Ecuador, no es ilegal
el hecho de protestar y de preocuparse por un estilo de vida mejor, las
reducciones de sueldo, las medidas de austeridad y los encuentros con otros
amigos y compañeros que denotan en sus miradas el desempleo y preocupación del
sustento familiar, no es alejado de nuestra realidad.
No es vulgar el
hecho de reclamar, oponerse o usar la resistencia; si eso hasta los pacientes
lo hacen. Debemos de crear conciencia política y comunitaria del impacto y
cuando hablo de esto no me refiero al énfasis meramente económico, sino a la
situación afectiva, emocional, social, familiar que genera esta reducción de
sueldos y alza de pasajes, combustible, alimentos, productos de primera
necesidad y los que no son tan necesarios pero igual se compran. Reducir
impuestos de materiales electrónicos o de vehículos parecería ser la salida,
pero con eso no se alimenta el pueblo. Se deben de buscar otras medidas y para
eso cada uno tiene un rol protagónico en las instituciones de gobernabilidad
del estado.
Ahora no podemos
dejar de lado que todo lo que vive el País a nivel de bloqueos de carreteras,
paros, protestas y saqueos genera una incertidumbre, temor, ansiedad, humor
depresivo en la población, por un lado están quienes tiene trabajo y se
movilizan a diario y los que no tiene trabajo y quieren conseguir alguno y los
que nunca han tenido y se aprovechan de esto para “equipar con saqueos” sus
hogares. Esta total desorganización de la vida cotidiana provoca una
inestabilidad emotiva, deserción académica, laboral y rechazo a buscar una solución,
las ideas fluyen menos porque se llena de odio y rencor contra quienes solo
quieren un país justo y libre.
Ya lo dijo la
Dra. Aparicio Cervantes Sonia (2016) que “la recesión económica ha tenido un
impacto en la situación socioeconómica de las personas debido a la pérdida de
trabajo, la inestabilidad laboral, la reducción de los salarios y los recortes
en los presupuestos y en las políticas del estado del bienestar” en relación
a lo que vivió España en esa época,
aclarando que la asistencia Sanitaria Pública y nosotros mencionamos también la
privada, es una pieza estratégica y clave para la reducción de las
desigualdades.
Así mismo
siguiendo esta línea el Dr. Espino Granado Antonio (2014) menciona que
Con el desarrollo de la crisis financiera en nuestro país ha cogido protagonismo una forma severa de estrés relacionada con la ausencia de trabajo contra la voluntad del trabajador sin expectativas de solución en el corto plazo. Y su doble, la precariedad laboral, el trabajo sin derechos. Estas formas crecientes de estrés, más frecuentes en varones, pueden trascender los cuadros ansioso-depresivos habituales y dar lugar a una clínica psiquiátrica más severa con riesgo para la propia vida
Entonces la
pregunta ¿Qué significa el trabajo de hoy en día? La respuesta es sencilla, una
oferta laboral remunerada ha significado un eje central en la vida de las
personas, más allá de la coyuntura económica ha permito ir creando una
necesidad cubierta y permitiendo el desarrollo de otras sentidas y reales
dentro de la escala de desarrollo social, tal y como lo describe la pirámide de
Maslow, la misma que ubica la necesidad de seguridad y protección y dentro de
ella el empleo.
Un empleo digno no
solo asegura un bienestar económico, sino también emocional, lo previsto y la
tendencia a evolucionar es que la tasa de suicidio se eleve, acaso no saben que el 79% de los suicidios se
da en países económicamente pobres y de ingresos medios (OMS, 2019).
El alto desempleo caracteriza el mal del siglo
XXI, las novedades que reporta el INEC en su informe del 15 de abril del 2019,
es que en el último año la tasa de empleo adecuado o pleno cayó 3,2 puntos
porcentuales frente a marzo del 2018 esto significa la pérdida de su sustento
en 261.767 personas, siendo una cifra alarmante y significativa para nuestro
País.
Con todo lo
expuesto se prevé un aumento de trastornos mentales derivados de la ansiedad, depresión,
estrés agudo, falta de conciencia empresarial y comunitaria, tan solo deberían
ver al estadística de atenciones de empleados públicos que quieren acceder a
una consulta de psicología o psiquiatría y a los que no acceden por temor de
perder su espacio laboral, o quienes prefieren acceder a una atención privada
por la comodidad de horarios para el empleador. La salud mental se está
perdiendo.
Compañeros debemos de invertir en salud mental, porque el
existe un aumento de conductas de riesgo en relación con la duración del
desempleo: tabaquismo, obesidad y sobrepeso, consumo de alcohol y otras drogas,
sedentarismo y menos consumo de frutas y verduras. Y en relación con la salud
psíquica del sujeto se incrementarán los cuadros ansioso-depresivos de carácter
reactivo, abuso de alcohol y otras sustancias, tabaquismo, distintos síntomas
psicológicos y psicosomáticos en adultos jóvenes, trastornos del sueño,
sentimientos de culpa, conflictos familiares, violencia doméstica e intentos de
suicidio, a nivel social empezará a incrementar actos delictivos, debido a las
dificultades socioeconómicas que enfrenta un pueblo; solo en estos días podemos
observar como al más mínimo descuido de
las entidades del orden un pueblo se desbordó en actos de vandalismos,
robos, hurtos, masacres, violencia pura, no se puede justificar, pero tampoco
condenar, sino tenemos un país que invierta en salud mental. Porque problemas
existen al igual que la brecha que no se ha logrado cubrir en estos últimos
años y que se ha empezado a abrir.
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