Salud mental es un tema que las
instituciones no logran percibir como necesarios, pero sin embargo atraviesa sobre
todos los programas, proyectos, establecimientos, negocios y actividad que
realiza el ser humano. Un paciente con HIV al igual que el médico que lo
atiende necesitan asistencia sanitaria en salud mental, si, ¡así es!, si ud creía
que el profesional de la salud no lo necesita, pues se equivocó, de hecho es el
tipo de trabajo que más trastornos depresivos reportan a nivel mundial según estudios
de la APA (2016).
Entender que las enfermedades
mentales son tan incapacitantes que la física, es una lucha constante; tenemos
una comunidad que cataloga a la persona deprimida como el llorón, el dramático
y si toma algún tratamiento farmacológico es denominado como “el loco o la loca”
si se exalta un poco enseguida están preguntando “¿ya te tomaste la pastilla?”, esto ocasiona rechazo a los
tratamientos y por consiguiente una deserción del mismo, las consecuencias, un
deterioro mayor de su estado físico y mental.
La misma Organización Mundial de
la Salud (OMS), menciona que la salud mental en muchos países adolecen de apoyo
y financiamiento, a esto se podría sumar la falta de soporte a las personas con
trastornos mentales junto con el estigma de esas patologías[1].
Existen programas a nivel mundial
como la MHGAP que aparece en el 2008 como una estrategia para la reducción de
la brecha de atención en salud mental, pero ¿es real que se cumple?, pues el
sistema sanitario del Ecuador intenta hacerlo, con escasez de medicamentos y de
profesionales comprometidos al igual que pocos psicólogos y el acceso a un
servicios privados a veces inalcanzable.
La atención sanitaria comunitaria
en salud mental, podría ser la clave para reducir la brecha de atención y
acción en personas que adolecen de algunos problemas emocionales o patología psiquiátrica.
La creación de esquemas de ejecución reales de atención y no solo de
intervenciones estacionales o por sucesos mediáticos, en donde solo se crea una
cortina de humo de que se ejecutan cosas a medias. Sería la clave para poder al
menos reducir el impacto de los problemas del siglo XXI.
Aunque suene tradicionalista,
pero desde tiempos inmemorables se enfoca la atención integral y comunitaria en
salud mental, ya lo decía Montero Maritza en sus varios libros que publica en
torno a estos temas, pero será que tenemos que retroceder a buscar libros
antiguos o debemos de adaptar las intervenciones paliativas a la dinámica
social y demográfica que nos encontramos. Los centro ambulatorios especializados en
trastornos mentales y neurológicos y por uso de sustancias, deberían estar
equipados con psiquiatras, psicólogos clínicos, terapeutas ocupacionales,
enfermeras, trabajador social; no crear solo uno y que acapare con los cientos
de miles de habitantes de una región sociodemográficamente delimitada; sino los
suficientes que permita tener una SALUD MENTAL PARA TODOS.
Joel Cañarte Sigüencia. Psicólogo Clínico
[1]Redacción
médica (2017) “La depresión requiere mayor atención del sistema sanitario” https://www.redaccionmedica.ec/secciones/salud-publica/el-estigma-de-la-depresi-n-empieza-en-los-mismos-m-dicos-89973
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